Nueva Lucía

Esta mañana, la lancha pesquera «La Nueva Lucía» recorrió cinco cuadras sobre uncarretón, desde el puerto, para ser emplazada con una grúa en el patio delantero del Museo del Puerto. Pero, ¿fueron sólo cinco cuadras? Como pasa en el mar, los caminos que se transitan en un museo público, en una comunidad, arriba de una lancha, nunca son lineales ni sencillos.

Desde 2019, comenzó el trabajo en un ciclo nuevo para el patio delantero del museo, convocando a integrantes de la comunidad e instituciones a pensar en conjunto qué acciones llevar adelante frente al grave deterioro de la lancha histórica emplazada allí.

A partir de esa iniciativa se empezó a trabajar de manera articulada entre el Municipio y el Consorcio de Gestión del Puerto, con la participación de vecinos y vecinas fomentistas, integrantes de instituciones intermedias, la delegación de Ing. White, pescadores y carpinteros de rivera. La remodelación implicó la construcción de una obra muy necesaria como una rampa de acceso, el resguardo de los restos del “Águila Blanca” para acciones educativas como el «Taller de hacer lanchitas», la construcción de la cuna para la embarcación y, finalmente, el traslado y emplazamiento de “La Nueva Lucía”.

Enrique Russo, mecánico y pescador, parte del grupo de la Sociedad de Fomento, propuso emplazar «La Nueva Lucía», que había pertenecido a la familia Espósito y luego a la familia Caserma.

¿Y ahora? Empieza otra etapa: continuar con la recuperación y puesta a punto de la lancha, iniciada con la limpieza de la embarcación que hizo la Cooperativa de Villa Rosas y el trabajo de reparación de la cubierta y la cabina del carpintero de rivera Néstor Larracoechea (tal vez el último experto en su oficio en todo el sudoeste bonaerense). Ahora vendrá el momento de plastificar la cubierta y la cabina, masillar y pintar toda la embarcación, entre otras obras. Estas acciones también van a involucrar a múltiples instituciones, equipos de trabajo y personas de la comunidad. Porque, como en la pesca artesanal, una lancha no se mueve en soledad sino entre muchas voluntades.

Puede ser que este recorrido se inicie en 1987, cuando otra lancha pesquera se emplazó en el frente del Museo del Puerto que recién abría sus puertas. Esa lancha, “Águila Blanca”, se instaló gracias a la articulación del municipio con vecinas y vecinos como Olga y Atilio Aversano, a quienes había pertenecido. Esa imagen, la lancha amarilla frente al edificio del museo de chapa y madera, fue durante mucho tiempo una forma de nombrar los inicios del puerto y el pueblo: madera calafateada a mano, redes tejidas en la vereda, familias llegadas desde Italia para trabajar y vivir en medio de buques de exportación, con la experiencia de atravesar en una cáscara de nuez la marejada.

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