El carnaval está hecho de otros carnavales

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Saladero: fiesta para todos!

Después de mucho trabajo comunitario, reuniones, debates, pintura, mates, tijeras y sobre todo muchas ganas de armar esta fiesta colectiva, llegó el día de “carnavalear” el Saladero.

La articulación constante entre los trabajadores de la Unidad Sanitaria del barrio, los del proyecto Envión, los chicos y docentes de la escuela  40, los miembros de la Sociedad de Fomento, los vecinos del centro de jubilados, mamás y papás del barrio, deviene en un colectivo con una enorme potencia creativa y de organización, que hoy invita a festejar el carnaval, y que da la sensación que mañana o pasado mañana  podría armar lo que se proponga.

Pasacalle confeccionado por Katty Aponte, las letras por Martín Esparsa, la pintura Sabrina, Johana y Sol Olsen, Ana Maria Candie y su madre. Lo sostienen Judith, Mariano,Candela, Esteban, Yoel, Ester y  recién salidos de la escuela 40.

Trofeos donados por Miguel Herrera vecino de Pablo Chávez  del barrio Don Bosco, quien los obtuvo a lo largo de los años en los “Torneos Evita” en distintas disciplinas. Los “engalanaron” Katty Aponte, Sol  y Sabrina Olsen y su madre Ana María Candie.

Cabezón que armaron los hermanos Médici: Tobías, Tomás  y Lautaro, Roberto y Mari y los trabajadores de la Unidad sanitaria Alejandra, Ileana, Agustín y  Jessica. Hoy lo llevan al jardín para que los chicos le elijan un nombre.

Carnavaleando el Saladero

Cada festejo de carnaval es también un aprendizaje. A veces viene de años anteriores de organización y participación colectiva, en otros casos, como en el Saladero, se recupera después de años sin festejo. Por eso al Saladero hay que carnavalearlo: recuperar la experiencia de aquellos que intervinieron en fiestas anteriores, reunir a los artistas del barrio, incorporar la participación de los más jóvenes, involucrar a todos en una propuesta nueva. Desde el que tiene ganas de tirar espuma toda la noche, hasta el que se anima a cantar sobre el escenario. Pero sobre todo, sumar a los que tienen ganas de participar en el trabajo previo, llevando un acta en las reuniones, proponiendo ideas, pegando afiches por las calles o pintando una bandera.

Así es que cada viernes a las 10.30 hs., se reúnen en la Unidad Sanitaria vecinos de todas las edades, además de integrantes de instituciones como Proyecto Envión, la Unidad Sanitaria y el Museo del Puerto. ¿Con qué fin? Preparar el festejo de carnaval en la canchita de fútbol, el próximo 8 de marzo.

En el último encuentro, Liliana Torres acercó una foto que tenía guardada desde chica. En ella aparece junto a otros niños bailando en el carnaval que organizaba la Sociedad de Fomento del Saladero a principios de los años `90. Mirando esa imagen surgieron recuerdos y algunas ideas para sumar: hacer concurso de disfraces, muñecotes de cartapesta, invitar murgas, preparar premios y otras sorpresas para carnavalear al barri

De carro a carroza

La reunión comunitaria de ayer en el “Hospitalito” convocó a las instituciones que están organizando una Noche de Carnaval en el anfiteatro de White, el próximo 3 de marzo. Fue buena ocasión para que los vecinos acercaran fotos sobre otros carnavales, que el museo está recopilando.

Así llegó esta imagen, que muestra un carnaval del Saladero, en 1924 aproximadamente. Recuerda por qué hoy se habla de carrozas de carnaval: antes de la aparición del motor a explosión, eran los carros los que por cuatro días locos se volvían carroza.

Durante el resto del año, esa herramienta de trabajo transportaba personas, mercadería y todo tipo de materiales. Arduo sería el trabajo de ocultarla: con tules, mantillas y flores de papel el carro se disfrazaba, y hasta un mantel bordado cubría al caballo.

De la cocina a la vereda

Los vecinos siguen acercando fotos al Museo. Esta vez, Isabel Echegaray (Ing. White, 1956) encontró esta foto que da cuenta de un carnaval en la calle Mascarello, más precisamente en la cuadra ubicada entre Lautaro y Sisco, a principios de la década de 1970.

Para los días de carnaval, los chicos de la cuadra se encargaban de organizar el festejo: cortaban la calle con hilo, la barrían, pedían luces a los vecinos para iluminar la cuadra y, por supuesto, se disfrazaban. Agarrábamos cualquier cosa, lo que teníamos en casa, y nos lo poníamos. Para taparnos la cara agujereábamos un trapo y listo. Era cuestión de que no nos reconocieran. Y para hacer ruido usábamos tapas de ollas, cucharas… cuenta Isabel, mirando atentamente la foto en la que aparecen, entre otros, ella, sus padres y tíos, el hijo más chico de Troisi, los hermanos Serri, Raquel García, Edith Córdoba y Gerardo Espósito.

En ese momento de los carnavales, distinto al de las carrozas y el corso organizado por instituciones, el festejo se cruzaba con la vida diaria: una sábana blanca servía para disfrazarse de fantasma, una olla vieja era un buen elemento para hacer ruido, un “combinado”, el equipo que se tenía a mano para escuchar música y bailar. En definitiva, el carnaval empezaba en la cocina. Después, barríamos todo y volvíamos a casa.

El trabajo de festejar

Un grupo de vecinos organizados en sociedades de fomento, clubes y otras instituciones de White se viene reuniendo en el “Hospitalito” con un claro objetivo: preparar los festejos del carnaval.

Los relatos de uno de los últimos carnavales del pueblo, que se hizo para el Centenario en 1985, todavía se siguen contando. Dice Víctor Hugo Greco (Ing. White, 1948): Participamos con una orquesta arriba de un camarón gigante, que hicimos nosotros. Yo estaba trabajando en la Junta y esperaba que venga la noche, porque era tremendo. Y te digo más, como nosotros representábamos al camarón, al langostino gigante, íbamos a todas las lanchas. ¿Sabés cuánto juntamos de langostinos? Ocho cajones. Los metimos en bolsitas de nylon. Mientras estuvimos tocando, de la calle San Martín a la cancha de Comercial, las íbamos tirando. Es lo que se ve en la foto, en la que aparecen, entre otros, Greco, José Marino y Oscar Zas.

Este y muchos otros relatos dan cuenta de los saberes que son necesarios para armar un carnaval, y de que, en definitiva, la alegría también se produce. ¿O acaso se podría separar la fabricación de una carroza del momento en el cual el trabajo estaba organizado por el Estado? ¿No está inscripta ahí, en el gesto mismo de tirar bolsitas de camarones, una etapa en la historia de la pesca en White? ¿Por qué había ganas de festejar el carnaval, pero sobre todo, por qué hay ganas de festejarlo hoy?

Actualizar los relatos del carnaval whitense, volver a contarlos ahora, tiene una función precisa y dinámica: reponer la experiencia previa para organizar los festejos de 2012 en adelante. Es por eso que el Museo del Puerto convoca a los vecinos de White a acercar fotos, historias y documentos sobre los carnavales del pueblo. ¡No te quedes afuera del festejo!