Para un método ribereño

El fin de semana pasado compartimos con Ferrowhite y Expediciones a Puerto Piojo la organización del 2do Congreso Experimental Ribereño, esta vez con sede en Ing. White. Se trata de un encuentro de acción y reflexión que reúne proyectos de investigación, arte, archivos y museos dedicados a indagar y difundir materiales de los espacios de cosas de río y mar situados en diversos puntos del país, como La Plata, Ensenada, Rosario, Buenos Aires y el sudoeste bonaerense. Encontrarse permitió empezar a ver qué de nuestro modo de trabajar desde una costa resuena en otras. Parece, en principio, que la voluntad de que el entorno del agua sea cosa pública: su acceso, su ambiente, sus historias, sus tensiones, sus silenciamientos.

Tal vez pueda pensarse en un método ribereño, que empiece por entender que las costas del mundo no son líneas, ni mucho menos líneas fijas como aparecen dibujadas en los mapas. Son más bien espacios de transición, en continuo movimiento, tanto a través del espacio como en el tiempo. El método de este museo que está en Ing. White tuvo que ver durante años con esa modificación continua, en la que hay, sí, una certeza: que la incerteza sigue. Tuvo que ver con aprender del entono ribereño que no existe una línea tajante que separe el agua de la tierra, la historia social de lo natural, el trabajo del ocio, el espacio productivo portuario del espacio que se habita, el pasado del presente, la fantasía del mundo material…

Empezar un Congreso Experimental Ribereño comiendo un plato de fideos preparado por vecinas de Ing. White tiene que ver con eso. El “Chupín”, que es una receta local de tuco con mariscos y pescado, no está separado de la experiencia de ellas como cocineras hijas y vecinas de pescadores, de portuarios, de otras cocineras italianas, de inmigrantes que atravesaron océanos. Tampoco está separado de su conocimiento específico de la anatomía de un gatuzo, de la trayectoria de ese mismo gatuzo que conoció los rincones más recónditos de la ría, de la ría que nos imaginamos quienes vivimos a unos metros y a veces no llegamos a dimensionar el laberinto de islas y canales que supone.

La metodología ribereña fue parte del encuentro de estos días, que incluyó varias caminatas por terrenos que mezclaban barro arcilloso con pastizal, zampa crespa creciendo en el relleno de pedregullo, basura trenzada en colchones de espartina o senderos que a las horas estaban cubiertos por el mar. También fueron fundamentales las charlas entre dos, tres, seis, muchxs, de reírse y de pensar a la vez, los momentos de organización, de escritura, de dibujo, de indagar mapas y cartas náuticas, de emocionarse escuchando a un estibador en el camino, el momento de reunirse junto al fuego y la noche de bailar. Cruzar de modo ribereño proyectos de distintos puntos de Argentina implicó construir colectivamente un pensamiento que se arma con todo el cuerpo. Hace que volvamos a cada ribera diferentes, con ganas de inventar nuevos encuentros y viendo que el movimiento no era cosa de un solo lugar.

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2do Congreso 3xperimental Ribereño

Este fin de semana, en la localidad de Ing. White, se llevará adelante el 2do Congreso Experimental Ribereño que reúne a proyectos de investigación, arte, archivos y museos dedicados a indagar y difundir materiales de los espacios de ribera situados en diversos puntos del país.

¿Qué resuena en tu ribera? será la pregunta del encuentro que permita intercambiar problemáticas y abordajes de distintas orillas y áreas portuarias, para pensar su relación con las ciudades, su historia y futuros posibles. 

El 2do Congreso Experimental Ribereño es organizado por el Museo del Puerto, Ferrowhite Museo Taller y el Colectivo Ribereño y contará con la asistencia de proyectos ribereños de La Plata, Ensenada, Rosario, Buenos Aires y el sudoeste bonaerense, tales como: Museo Comunitario Isla Maciel , Arqueología del presente, La cloaca y la caca, Archivo.Río, Los muelles dicen, Barro/Desplazamientos, Reserva Natural Islote de la Gaviota Cangrejera, Huellas en nuestro humedal costero, Isla Invisible, Proyecto Martín García y Expediciones a Puerto Piojo.

Teseo y el Águila Blanca

Sí, a veces en Ing. White se actualiza la paradoja de Teseo. Esta antigua leyenda griega contaba que el Argo, barco en el que viajaban los Argonautas, siguió navegando durante años porque cada tabla que se deterioraba era cambiada por otra nueva, hasta que, con el paso del tiempo, todas ellas habían sido reemplazadas. Entonces, ¿seguía siendo el mismo barco? La pregunta se amplía: si las tablas viejas se guardaban para luego construir otro barco, ¿cuál de ellos sería el barco original de Teseo?

Durante el trabajo de resguardo de maderas de la lancha “Águila Blanca”, que estuvo emplazada frente al museo desde 1987 y fue desmontada en 2021, surgieron esas y otras preguntas: ¿Es posible que la experiencia que contiene pueda seguir navegando? Si durante décadas, quien la veía pensaba también en la historia de cada una de las lanchas pesqueras que habían atravesado la ría… ¿Estamos frente a los restos de una lancha o son restos de miles?

Para seguir con una acción concreta, llevamos las tablas del Águila Blanca a la carpintería de la Escuela Municipal de Capacitación Laboral de San Roque. Ahí, el maestro Ricardo Masson cortó cada una en pequeños tacos de madera y, en un instante, se multiplicaron para construir futuras lanchitas.

Estos fragmentos viajaron después a una carpintería de calle Aventente, en Ing. White, donde Matías Mancisidor las torneó en detalle para darles la curvatura justa. Mientras lijaba esas maderas, decía: “¡Si habré jugado sobre la cubierta de esta lancha de chico! Y ahora me toca trabajarla…”

Pero el movimiento de estas lanchitas no terminó ahí. Volvieron al museo, donde Albana Álvarez miró fotos, planos y documentos sobre lanchas de pesca artesanal. Su desafío fue pintar y armar las lanchitas miniatura recordando a la flota amarilla de Ing. White.

Para eso trabajó semanas con pequeños hilos, tejidos como redes, aritos para hacer salvavidas. Su investigación incluyó un encuentro con el pescador Herminio Onorato, en el que junto al equipo del museo, le hizo preguntas para entender el uso de una lancha de pesca.

¿Cómo siguen las lanchitas? Cada una tomará su propio camino. La primera de ellas zarpó a la palma de José Aversano. Él, que llegó desde Ponza (Italia) de chico y trabajó como pescador más de 30 años sobre el Águila Blanca, le dio un beso a la pequeña lanchita “Águila Blanca” la ultima Noche de los Museos, y se la llevó a su casa.

A veces la posibilidad de mantener viva una herencia consiste justamente en transformarla: reconvertir lanchas para pescar más lejos, interpretar canzonettas como temas de rock. La decisión de reconfigurar nuestro patio delantero, proyecto en el que estamos avanzando en un trabajo conjunto del Municipio de Bahía Blanca y el Consorcio de Gestión del Puerto –y del que irán teniendo noticias en los próximos meses–, asume ese sentido de la historia…

Estos días nos preparamos para retirar y resguardar los restos de la lancha de la familia Aversano, el Águila Blanca, emplazada en ese patio desde 1987. Se guardarán parte de sus maderas para ser reutilizadas como material de futuras muestras, para inventar objetos de construcción colectiva, que pongan esa memoria a circular una y otra vez.

Aunque se trata de una memoria que ya empezó a circular, por ejemplo, en este cuadro que pintó Carlos Fernández y trajo al museo de regalo. Sí, desde hoy, cada día, en una de nuestras salas, los tripulantes del Águila Blanca vuelven a pescar de noche, a la luz de la luna, en altamar.

Cada año, a esta altura del año, solía llegar una postal del museo por debajo de las puertas de diversas casas, talleres, instituciones, oficinas.  Ojalá este barquito (que aparenta virtualidad, pero que está construido con maderas de la embarcación Águila Blanca especialmente para capear temporales), atraviese las distancias y llegue a cada una de las personas que fueron parte del 2020 y, sobre todo, de lo que está por venir.

¿Cómo empieza una obra? ¡En reunión, conversando!

“También se necesitan chapas, maderas y canaletas para contar la historia de una comunidad”. Sí, ese es el largo nombre del proyecto del Museo del Puerto seleccionado este año por el Programa DAAD “Artists-in-Berlin” junto a otras 11 iniciativas de todo el mundo. Es una gran noticia, porque estos fondos del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania (AA) nos van a permitir reparar aspectos del edificio del museo que en los últimos años adquirieron un carácter de urgencia (maderas de todo el exterior, canaletas del patio interno, filtraciones en la galería de acceso).

Como dicen las vecinas de nuestra Asociación de Amigas: “A grandes problemas, grandes soluciones”.

Esta semana ya tuvimos una reunión con los carpinteros, techistas y zingueros que van a formar parte de las obras. Hablamos mucho, y no sólo de materiales, plazos y elementos de seguridad. Porque todos ellos forman parte de la comunidad de Ingeniero White, y por tanto la reconstrucción del edificio del museo será además una gran oportunidad para que ellos mismos encuentren oportunidades en estos tiempos de crisis.

A partir de hoy, se vendrán muchas noticias de un obrador en movimiento.

Noticias para el patio delantero

Mini lancha construida con maderas del Águila Blanca

En 1987 una lancha pesquera se instaló en el frente del Museo del Puerto, este museo municipal que recién abría sus puertas. Desde entonces, con el primer golpe de vista, quien pasara por ahí entendería a qué puerto enunciaba: madera calafateada a mano, redes tejidas en la vereda, familias llegadas desde Italia para trabajar y vivir en medio de buques de exportación, con la experiencia de atravesar en una cáscara de nuez la marejada.

Esa lancha, “Águila Blanca”, se instaló gracias a la articulación del municipio con vecinas y vecinos como Olga y Atilio Aversano, a quienes había pertenecido. Hoy, la posibilidad de pensar en un ciclo nuevo para el patio delantero del museo llega también con el acompañamiento de integrantes de la comunidad. Desde hace varios meses venimos trabajando en un proyecto de recuperación de ese espacio, que se llevará delante gracias a la articulación del Municipio y el Consorcio de Gestión del Puerto. Han sido meses de charlas, reflexiones en voz alta, entusiasmos y cientos de encuentros, de los que participaron representantes de la familia Aversano, vecinos y vecinas fomentistas, integrantes de instituciones intermedias, la delegación de Ing. White, pescadores y carpinteros de rivera. Sin olvidar a las integrantes de nuestra Asociación Amigas, que se ocuparon de este tema en cada una de las ocasiones públicas en la que su voz era escuchada.

Esta remodelación implicará la construcción de una obra muy necesaria como una rampa de acceso, la renovación del sistema de riego y de iluminación, el resguardo de los restos del “Águila Blanca” para acciones educativas y museográficas, y el emplazamiento de la lancha “La Nueva Lucía”, que perteneció a la familia Espósito y luego a la familia Caserma. Porque la historia de la pesca artesanal, de la inmigración italiana y del culto de San Silverio –historia fundamental para el pueblo y el puerto de Ingeniero White–, es una historia colectiva.

Buenas noticias!

Hoy queremos compartirles una lindísima noticia que llega justo en el mes de cumpleaños del museo, así que la contamos como parte del festejo: el programa Berliner Künstlerprogramm des DAAD (“Programa de Artistas-en-Berlín”) de Alemania seleccionó nuestro proyecto “TAMBIÉN SE NECESITAN MADERAS, CHAPAS Y CANALETAS PARA CONTAR LA HISTORIA DE UNA COMUNIDAD” para financiar los trabajos de reparación y cuidado del edificio histórico del Museo del Puerto, que los necesita con urgencia.
Hace unos meses, por iniciativa del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania y el Goethe-Institut, se estableció un fondo de ayuda internacional para brindar apoyo inmediato a las organizaciones culturales y educativas en el extranjero durante la pandemia del coronavirus. El programa DAAD Artists-in-Berlin es parte de esa inicitiva y eligió al proyecto del Museo del Puerto como uno de los 12 premiados entre instituciones de México, Costa Rica, Rusia, Colombia y Malasia.
¡Esto es mucho más que una buena noticia de infraestructura! Se trata nada más y nada menos que de poder reconstruir el espacio donde desarrollamos nuestro proyecto, donde damos la bienvenida cotidiana a las escuelas, donde las vecinas de la Asociación Amigas preparan el chocolate, donde se aloja buena parte del patrimonio tangible e intangible de la comunidad y donde, en definitiva, se cuenta la historia y, a partir de ella, se interviene en el presente para proyectar una y otra vez imaginaciones colectivas del futuro.

Las palomas no hacen nidos en las ventanas de los museos virtuales

Pandemia mediante, hoy casi todos los museos del mundo abren las 24 horas del día en páginas, blogs, cuentas de instagram, facebook, twitter, inclusive software interactivos. Esto tiene sus ventajas: los visitantes, por ejemplo, se pueden multiplicar en cantidad y procedencia; se puede ingresar a cualquier hora; etc. Todo pareciera poder estar ahí. ¡Ni siquiera es necesario ver a quienes le pasan un trapo a una máquina de coser, ingresan la información de una donación o preparan un taller para una escuela! Hay también ventajas más locales: las palomas acostumbradas al cereal que se transporta en un puerto no hacen (por ahora) nidos en ventanas inmateriales, por lo que no hay que preocuparse acerca de cómo disuadirlas. Sin embargo, hoy que se celebra el Día de los Museos, es una buena ocasión para preguntar: ¿qué sería aquello a lo que la virtualidad no permite acceder? En las variadas respuestas a esa pregunta hay cuestiones sobre las que tal vez ahora se pueda reflexionar con otra experiencia.

 

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Estudiantes junto a Julieta Rausch, conociendo el puerto desde la cocina, junio 2019(3)

Encuentros de Bordado Miniatura, diciembre 2019

tortas de Paola Marino en el Ciclo Cocina, julio 2019(2)

Por un museo que incorpore los sueños

 

Los museos que trabajamos con la historia solemos confiar demasiado en la conciencia. Como si todos los actos de la vida pasaran por ahí. Tal vez deberíamos reparar un poco más en los sueños de quienes –más temprano, más tarde, entrecortado– duermen o tratan de dormir estos días.

 

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