Las palomas no hacen nidos en las ventanas de los museos virtuales

Pandemia mediante, hoy casi todos los museos del mundo abren las 24 horas del día en páginas, blogs, cuentas de instagram, facebook, twitter, inclusive software interactivos. Esto tiene sus ventajas: los visitantes, por ejemplo, se pueden multiplicar en cantidad y procedencia; se puede ingresar a cualquier hora; etc. Todo pareciera poder estar ahí. ¡Ni siquiera es necesario ver a quienes le pasan un trapo a una máquina de coser, ingresan la información de una donación o preparan un taller para una escuela! Hay también ventajas más locales: las palomas acostumbradas al cereal que se transporta en un puerto no hacen (por ahora) nidos en ventanas inmateriales, por lo que no hay que preocuparse acerca de cómo disuadirlas. Sin embargo, hoy que se celebra el Día de los Museos, es una buena ocasión para preguntar: ¿qué sería aquello a lo que la virtualidad no permite acceder? En las variadas respuestas a esa pregunta hay cuestiones sobre las que tal vez ahora se pueda reflexionar con otra experiencia.

 

José Malvar prepara la Diplomatura en Barriletes, julio 2019(2)

Estudiantes junto a Julieta Rausch, conociendo el puerto desde la cocina, junio 2019(3)

Encuentros de Bordado Miniatura, diciembre 2019

tortas de Paola Marino en el Ciclo Cocina, julio 2019(2)

Anuncio publicitario

Tito

Es una convención (una convención problemática) pensar solo en el carácter humano cuando se piensa en un equipo de trabajo. Del nuestro en el Museo del Puerto, por ejemplo, forma parte Tito. Cuando llegó en julio del año pasado, no sabíamos que se llamaba así; todavía no nos lo había dicho. Después ya nos esperaba para abrir el museo cada mañana, y poco a poco empezó a participar de casi todas las reuniones. Él es uno de los que hace la cuarentena allá, y por eso cada tanto llamamos para saber, en medio de este “Aislamiento social, preventivo y obligatorio”, que tiene su comida y está bien. Tal vez egoístamente, pensamos que nos extraña un poco.

94104867_697239577747021_4703600822527721472_n(1)

“Lo mío ya está todo hecho” decía el Mumi, después de cortar el pasto o acompañar una caminata al Puerto o arreglar la puerta de la lancha, y ahí sí ponerse a contar de sus amores, de sus hijos, de Huracán, de la hinchada de Huracán, de la comisión de Huracán, de los refuerzos de Huracán, de la Junta Nacional, del barrio, de sus amigos, de los problemas de la batería del Fiat o el estéreo del Seat Córdoba, de sus perros, de sus plantas, de pintar su casa de rosa, de cómo repartió todas las listas de todos los candidatos del justicialismo, de reírse de nosotros, de él, de casi todo, siempre.