Los archivos son herramientas para el presente

Esta vez, vinieron los chicos de 6º grado del Colegio San Vicente de Paul con su maestra Claudia y tratamos de pensar los últimos 200 años de historia desde un par de plumas de ñandú, una publicidad de YPF, el testimonio de Odulia Maciel (vecina del Saladero) y la vista que, desde el interior de la grúa portacontenedores, se tiene del muelle multipropósito.

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Clases en la Cocina: 4×4 es 200

Muy temprano, llegaron los alumnos del curso «Museos y Memoria» del Programa UPAMI junto a sus docentes Silvia y Omar. Primero, desayunaron (¡la comida más importante del día!) para después gastar esas energías en recorrer la muestra «200 años 4 objetos» y realizar en grupos la actividad 4×4=200. Sobre los papeles, dibujaron, escribieron y debatieron en torno a materiales del archivo del museo para comprender un poco más de ésta comunidad.

El mundo en una botella

El fin de semana pasado el museo se llenó de visitantes. Sí: el movimiento que genera la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino se ve en la enorme cantidad de personas que circula en los espacios públicos. Y no sólo se puede ver, sino también oler: el olor a pescado frito, distintivo de esa fiesta popular, inunda las salas durante cuatro días.

Y en este caso, el olfato es una herramienta útil para el museo. Los cinco sentidos alerta eran necesarios para abordar la muestra 200 años / 4 objetos, que propone un recorrido por las salas para construir un espacio de aprendizaje colectivo en el que se reconozca la historia como una experiencia vital y material, que involucra todo el cuerpo.

Una botella de aguardiente, hecha de barro cocido, permite abordar el período 1828 -1885, hacerse preguntas en torno al puerto viejo, la Fortaleza Protectora Argentina y los llamados “indios amigos”. Pero también con ese objeto una visitante recordó un recurso de su infancia: usar esa misma botella rellena con agua en lugar de bolsa de agua caliente,  para poner en la cama y calentarse los pies en invierno.

También es parte de la muestra la botella actual de aceite Cocinero.  Ahí una mamá le mostraba a su hija los cambios que en 30 años ella misma había visto en el envase, la etiqueta y los modos de uso de ese elemento en la cocina.  “Antes, como era de vidrio, había que tener mucho cuidado de que no se rompa. Y la abrías así ¿ves?, agujereando la tapa con la punta de un cuchillo”.

La historia es una construcción colectiva y cotidiana. A partir de cuatro objetos puede empezar a abordarse todo lo demás que nos rodea, seguir por la taza en la que tomamos café, el celular, las zapatillas en uso.  Entender que la historia es  todo eso que está cerca, hace pensar que es posible indagarla, y transformarla.

La góndola como biblioteca

Este año, el Museo lanzó el ciclo de talleres educativos “200 Años / 4 Objetos”. Una botella de aguardiente “de indios”, una lata de té importada del Imperio Británico, una lata de aceite lubricante YPF y una botella de aceite de plástico marca Cocinero son los cuatro objetos elegidos para realizar una experiencia que pretende incorporar los objetos al trabajo con la historia.

¿Qué diferencias hay entre aprender a partir de un texto y a partir de un objeto de la vida cotidiana? ¿La historia es meramente un discurso, o más bien se trata de una experiencia que se vive con todo el cuerpo, incluyendo, por supuesto, la cabeza?

El ejercicio consiste en mirar, tocar, leer e incluso oler un objeto aparentemente insignificante, a veces incluso hallable en el bajo-mesada de la cocina, y a partir de ahí reponer algunos conceptos básicos de una etapa de la historia nacional. Se trata de hacer una “autopsia” (según comentó Bruno, alumno del Mosconi) para encontrar, por ejemplo, ese concepto tan abstracto de “división internacional del trabajo” en una lata de té de Ceylán, o de comprender que la leyenda “Secretaría de Energía” inscripta en una lata de aceite nos habla de un tipo de Estado basado en el control de los recursos naturales como signo de soberanía.

La articulación entre el objeto y el momento al cual remite se lleva a cabo sobre una mesa-pizarrón (porque el estómago es un elemento indispensable para aprender), que se llena de comentarios y reflexiones surgidas del taller. Por ejemplo, así quedó el pizarrón luego del taller del cual participaron los chicos de 3° HUSOC del Colegio Mosconi, acompañados por la docente Natalia Schnaider: