Caminata «También es presente»

Años atrás, en 2015, un grupo de estudiantes y docentes de la Escuela Secundaria Nº 17, del barrio Matadero, estaban recorriendo las salas en una propuesta educativa del museo. De repente vieron por la ventana un grupo de personas que parecía buscar algo en torno a nuestros patios. Eran fiscales, testigos, víctimas y representantes de instituciones que participaban de una inspección ocular del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca durante la última dictadura militar. En 1976, el edificio que hoy alberga al museo era una dependencia de Prefectura y las edificaciones linderas funcionaban como centro clandestino de detención. En ese momento la mención a estos temas se incorporó a la visita inmediatamente. Tal vez el mayor aprendizaje que tuvieron ese día fue: el pasado, que a veces irrumpe, también es presente.

Desde entonces el tema forma parte de las caminatas por el puerto que el museo propone a las escuelas. Pero el pasado lunes, por primera vez, fue el tema eje de una caminata. Y como se trata de un acercamiento pedagógico que recién empieza, nos pareció importante empezar compartiéndola con docentes que no sólo multipliquen en las aulas esta propuesta sino que también nos ayuden a pensar la metodología. Su mirada, su devolución, es fundamental para seguir construyéndola en adelante.

Se trata de conectar dos puntos del entorno cercano al museo: los calabozos de la antigua Subprefectura donde fueron detenidos obreros anarquistas a principios del siglo XX y el Sitio de Memoria, ex centro clandestino de detención de Prefectura, donde se detuvieron a trabajadores, sindicalistas y militantes durante la última dictadura. En el trayecto, miramos las estructuras portuarias de distintas épocas, leimos panfletos anarquistas, nos detuvimos en durmientes, pilotes y adoquines y escuchamos a Alejandra Santucho, que es vecina de White e integrante de la agrupación HIJOS. Fueron los primeros movimientos de un ejercicio que recién empieza, un recorrido en construcción que aborda historias silenciadas, olvidadas, llenas de disputas, pero presentes.

Anuncio publicitario

También es presente

Un objeto logra recomponer historias personales que a la vez son colectivas. Hace unos días, Alejandra Santucho nos donó este carnet del Club Comercial. Aldo Antonio “Rusito” Pironi era de Ing. White y fue desaparecido durante la última dictadura en 1977, a los 21 años, cuando se encontraba en la ciudad de Buenos Aires. Además de su militancia en la Unidad Básica de Ing. White, su vida está hecha también de un partido de fútbol del Club Comercial, de horas leyendo en la casa de la familia Santucho, de las amistades del barrio Boulevard y de otras tantas situaciones de la vida cotidiana que quizás hoy alguien recuerde y pueda contarnos para seguir extendiendo la memoria.

Señales

Caminar prestando atención al entorno es un buen ejercicio para abordar las tensiones que la historia incluye. El ejercicio de andar por las calles de Ing. White, buscando marcas, señales y capas de sentidos es parte de las actividades que propone el museo.

Estas señales pueden estar más o menos visibles, pueden pasar incluso desapercibidas. Pero si un ojo o un oído las detecta, es posible interrogarlas, historizarlas, ponerlas a circular y a dialogar con otros y otras, encontrando diversos sentidos.

Esta mañana, parte de esas señales abordadas en caminatas por años se evidenció. A sólo unos metros del museo fue señalizado el ex – centro clandestino de detención que Prefectura Naval de Ing. White tuvo en la última dictadura cívico militar.

Una marca que cualquiera puede leer a partir de hoy, caminado por la calle justo antes de entrar al puerto. Más allá del trabajo que un museo puede realizar, poniendo a circular historias y documentos que dan cuenta de ese pasado, queda ahora la materialidad de un signo en el paisaje, que es distinto al silencio, que pide atención a la memoria colectiva.

Hacer memoria también es hacer preguntas

Como en cualquier pueblo chico, todo el mundo sabía. Pero no se hablaba, y yo sufrí mucho. A los compañeritos que tenía en la escuela no los dejaban hacer los deberes en casa. En la secundaria empecé en la Técnica; ahí tenía un preceptor que sistemáticamente se acercaba a mi banco y decía:  ‘Ja, vos sos Santucho’.

Alejandra, cuya familia fue víctima del terrorismo de Estado, pudo salvar su vida. Pero los primeros años de su vuelta a Ingeniero White, ya en plena recuperación democrática, implicaron una nueva lucha: esta vez contra el prejuicio, el silencio, la indiferencia; en fin, contra un “sentido común” cristalizado que, aún en esos años, seguía legitimando la dictadura.

Por eso no está mal preguntarse, hoy, 24 de marzo de 2016: ¿cuánto se transformó ese “sentido común”? Sin duda, se avanzó muchísimo. Aunque tal vez sea conveniente hacerse esa pregunta ahora, a cuarenta años del golpe de 1976. Ahora que la continuidad de las políticas de derechos humanos no puede darse totalmente por sentada.

La historia es YA

Alumnos y docentes de la Escuela Secundaria Nº 17, Anexo 2, del barrio Matadero recorrían hoy el museo participando de la actividad “200 años, 4 objetos” cuando un aspecto puntual y siniestro de nuestra historia reciente emergió…

Los chicos vieron por la ventana a un grupo de fiscales, testigos, víctimas y representantes de instituciones participando de una de las “inspecciones oculares en el marco del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca bajo la órbita de la Armada Argentina”, dado que el edificio donde funciona hoy el museo era una dependencia de Prefectura, cuyo accionar durante la última dictadura militar, está siendo investigado.

El museo incorporó a la actividad pedagógica lo que estaba pasando. La profesora Laura Morales les dijo a sus alumnos: “¿Se acuerdan lo que charlamos para el 24 de marzo?” y a partir de ahí se hizo más densa la experiencia de abordar ese pasado doloroso que recientemente está encontrando un camino de justicia.

Los archivos hacen ruido

Los papeles que se reúnen desde la calle, desde el gremio, desde el pique se mueven, murmuran, no paran de hacer ruido. El archivo que recopila los documentos sobre la huelga de los estibadores del año 1966 quiere eso: actualizar y poner en circulación una y otra vez la palabra y las voces de quienes protagonizaron uno de los mayores conflictos del que se tenga memoria en Ing. White. Es ese el momento en que el Estado impone redefinir a los trabajadores en el marco de una economía liberal y es el nudo que da inicio a un ciclo que tendrá continuidad con la dictadura de los ’70 y se profundizará aún más en los ’90.

La transformación del puerto cambió al pueblo, delinear esa vigencia es una invitación a debatirla. El museo editará, dos nuevos números del diario“El 66. Documentos de Huelga”: el primero dará cuenta del impacto y la disputa que las medidas de Onganía produjeron entre los propios portuarios, mientras que el segundo puntualizará sobre sus efectos en el día a día de la comunidad, entonces y ahora.

Pañuelos (de estibador y blancos)

También se puede hablar del golpe del ’76 desde la mirada de los estibadores del puerto de White, entre los cuales estaba Oscar Reynafé (Córdoba, 1951), que contó esto en la Cocina del Museo en 2008 y lo volvió a contar ante el Tribunal Oral Federal que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura:

Cuando cayó el gobierno peronista, en el ’76, yo fui encarcelado en la Base Naval de Puerto Belgrano. Yo salí encapuchado de acá. Vine a preguntar por qué estaba detenido un hermano mío. Cuando llegué me dicen: “Queda a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”. Entonces quedamos los tres hermanos detenidos. Nadie te informaba nada, a mi mujer nadie le decía, a mi hijo tampoco. En la Base Naval había una luz muy potente y el mar rugía abajo. Te decían: “Si te movés, te largo”. Ahí perdías la noción del tiempo. Habremos estado una semana, diez días. Cuando salimos nos agarramos de la pared. Algunos muchachos después dejaron de venir al puerto.

Oscar había sido delegado sindical de los estibadores y se identifica como peronista. En 1966, los portuarios habían hecho una huelga grande contra las medidas de racionalización laboral implementadas por Onganía. No es difícil encontrar ahí el antecedente del modelo económico que implementaría la última dictadura diez años después: un “puerto moderno y eficiente” es un puerto con pocos trabajadores dóciles que no defienden sus derechos.

Hoy, el Estado pretende garantizar esos derechos, y también permite volver a contar historias como las de Oscar; no para recrear un pasado sino como un acto de justicia en el presente. Ahí, en ese buque naval, pero sobre todo acá, en esta historia, hay un indicio para pensar: No perdamos la noción del tiempo.

Modelos

Esta muñeca perteneció a María Angélica Ferrari. Su mamá, María Birlis, vecina de Ing. White e integrante de la Asociación de Amigos del Museo la donó a fines de los `90. Durante aquella década White fue el lugar en que más inversiones multinacionales se realizaron, destinadas fundamentalmente a la instalación de empresas cerealeras, de fertilizantes y petroquímicas. Simultáneamente se llevaron adelante las privatizaciones de las empresas públicas que habían articulado en buena medida el movimiento laboral histórico del pueblo, con el consecuente deterioro en las condiciones de vida de los whitenses. El modelo de país para el que se habían sentado las bases en los ´70 estaba en su apogeo.
María Angélica era whitense, estudiaba en la Plata y fue detenida, secuestrada y asesinada por la última dictadura militar.