Baños de álbum

Hace unas semanas lanzamos una convocatoria invitando a buscar en el álbum familiar fotos de baños. Porque en medio de nuestro proyecto de realización de una nueva “sala Baño” descubrimos en los archivos la total ausencia de fotos de ese espacio de la casa (o fuera de ella).

Llegaron fotos desde Ing. White, Bahía Blanca, Médanos ¡y hasta desde Chile! No crean que fueron tantas, se trata de un género fotográfico no muy desarrollado en los registros familiares. La mayoría fueron fotos sacadas como recuerdo de las infancias: el primer baño, la exploración del espacio mirado desde abajo. Pero también hay fotos de adultxs que podrían organizarse como las de “antes de salir”, maquillándose para una fiesta o retocando un disfraz.

Por último, hay fotos muy particulares en las que se registra el baño en sí mismo, como la de los baños públicos de la plaza Rivadavia o la de una letrina todavía en pie del ferrocarril Rosario Puerto Belgrano, en Punta Alta.

¿Tenés una foto de baño y todavía no la enviaste? ¡Estás a tiempo! ¡Es fundamental para nuestros archivos!

 

 

 

 

 

 

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Corazón de golondrina

Rocío Lugones llegó con la feria que despliega en el patio del museo la Biblioteca Mariano Moreno cada año, en la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino. Armó su puesto de textiles, objetos y bordados cerca de la lancha Águila Blanca. Ahí mismo contó la relación de sus trabajos con su historia familiar, y esa fue la punta de muchas más historias:

 

La abuela, Anunziata Mazzella, nos esperaba días después en su casa para contar más: cómo un hilo puede empezar a coser en la Isla de Ponza, cruzar el mar y seguir cosiendo en Ing. White el mismo bordado, aunque nada siga igual.

Hija de Rosario Mazzella y Viaggio Mazzella, “Nunziata” nació en Italia en 1932, más precisamente en Punta Frontone, Isla de Ponza. “Yo soy hija, nieta y bisnieta de pescador ¡tataranieta de pescador!” dice. Y a través de sus recuerdos es posible reconstruir parte de las técnicas artesanales que iniciaron la pesca en Ing. White: lanchas a remo, herramientas construidas a mano, decisiones cotidianas ligadas a las mareas.

Sí, es posible rastrear toda una tradición de redes no sólo literales sino también familiares y vecinales, redes de organización. Modos de trabajar en grupo sobre una embarcación y, muy en particular, de trabajar en tierra: mujeres que cocinan juntas, se cuidan los hijos y se dan fuerza los días de tormenta, traspasando saberes y técnicas desde la infancia: “¡Su!¡ su! (arriba, arriba) Nunzia, que dovemo fare il pane!!” 40 kilos de harina para hacer ese pan, después cocinar con leña en una olla de hierro fundido, con cada carneada preparar el sanguinaccio o dulce de sangre, otro día sentarse a confeccionar el ajuar como capital que se acumula lento.

Vinieron a Argentina porque su papá, sobreviviente de la segunda guerra mundial (gracias a un apendicitis, que lo hizo salir del crucero Bartolomeo Colleoni justo antes de que fuera bombardeado) no esperó a que se confirmen los rumores de una posible tercera guerra y se vino a Ing. White. Aquí ya estaba sus hermanos, con quienes trabajó años en la pesca hasta lograr que migraran su mujer e hijos en 1950.

Nunziata tenía entonces 18 años y no muchas ganas de dejar su tierra, su casa y sus amigos. Años después se casaría con Aniello Iacono, también poncés y pescador en la lancha Buona María. Los primeros tiempos en Ing. White no fueron fáciles: “Yo lloraba…”, cuenta “…cuando no me salía el castellano”. Lo aprendió escuchando, en silencio, y preguntando después a sus parientes por el significado de las palabras que había memorizado. Relaciona los avances de ese aprendizaje con el trabajo en su negocio, un superkiosco que abrió a fines de la década del ´70 en la parte delantera de la casa. Ese espacio de interacción en la vida pública fue también el ámbito por el que muchas vecinas y vecinos la recuerdan. Como recuerdan también los pastelitos de membrillo que vendía -algunos dicen que eran los más ricos del pueblo- preparados mientras cantaba un stornello.

(Gracias a Rocío Lugones por las fotos)

WHITE PRE POLO

¿Cómo miraba un joven de White su pueblo hace 30 años? Caminando, con una cámara de fotos en la mano, ¿qué elegía para contar la historia de su lugar?

Gerardo “Ricky” Pagotto tenía 16 años cuando empezó a recorrer las calles de su pueblo con una Cannon que su tío había traído de Europa. Hoy cuenta: Fueron fotos sacadas con un fin, tenía la idea de presentar un documental con diapositivas en algún salón. Quería contar la historia de White, con música de fondo.

La usina vieja, el tanque de agua del Ferrocarril Sud, Puerto Piojo, el elevador de granos N 3, la casa de las Colonias Ferroviarias. Cada foto invita a hacer un ejercicio de comparación, que el mismo Ricky propone cuando las mira: Esto fue antes de 1985 seguro, porque en ese año fue la explosión del elevador y acá están las plataformas hidráulicas, íntegras todavía. Y en esta imagen todavía no estaba Cargill, había un frigorífico, Enfripez.

Fueron sacadas entre 1983 y 1985, justo antes de que inaugurara el Polo Petroquímico, que cambió el perfil productivo del puerto. También antes de la privatización del ferrocarril, la liquidación de la Junta Nacional de Granos para que el comercio de granos pase a manos privadas.  30 años después vuelven a circular, en un tendal de la Cocina del museo. Te invitamos a que las veas de lunes a viernes, de 8.00 a 12.30 hs., que hagas lo que tantos visitantes ya probaron: buscar indicios, procesos históricos, datos sobre todo para pensar el futuro mientras recorres detenidamente el puerto y el pueblo colgados de un hilito.

Galerías

Durante uno de los recorridos del Área Educativa, Paula Chandía, alumna de 4° año de Educación Física del Colegio Mosconi, comentó que una vez, mi papá me contó que estas galerías, antes se podían usar para pasear, salvo cuando subía la marea.

Las galerías que menciona Paula forman el subsuelo del Muelle Nacional en el puerto whitense. Construido en una primera etapa por capitales ingleses, en los años ‘30, el Ministerio de Obras Públicas de la Nación (MOP), se encargó de su extensión y profundización. Así, comienza una etapa del país donde las obras e instalaciones para el embarque, almacenaje y traslado de mercaderías en puertos argentinos, pasa al poder del Estado. Dicha decisión política a escala nacional conlleva, además, el uso público del Muelle Nacional, por parte de los vecinos whitenses.

Un espacio cotidiano para los trabajadores del MOP, es además, un espacio de paseo, de visita los fines de semanas. Un Estado que construye muelles, es además, un Estado que construye posibilidades de uso. Sobre la galería se ubicaba una relación más o menos simétrica entre la producción y la vida del día a día, mediada por el Estado. Esa potencia estatal –en otro momento histórico- es la que hoy estamos discutiendo.

(La foto pertenece al archivo fotográfico de la Dirección Nacional de Vías Navegables Ingeniero White, actualmente en proceso de recuperación con el Museo del Puerto).

Ministerianos

En el marco del Proyecto “Manufacturas whitenses de la industria” de Puntos de Cultura, el Área Archivos del museo pondrá en valor y en circulación el archivo fotográfico de la Dirección Nacional de Vías Navegables delegación Ing. White.

¿Qué se puede leer en este archivo? ¿Qué dice una fotografía en blanco y negro sin trabajadores y otra, por ejemplo, llena de trabajadores cementando el muelle nacional?.

Para el Área Archivos, una fotografía es una herramienta de indagación; es poder ir más allá de la nostalgia o de la mirada específica de un experto en fotografía. Desde ese lugar el objetivo será visibilizar el archivo y difundirlo en la comunidad de White, y pensar en la relación de esta Dirección estatal (el ex MOP) con la industria: ¿cómo es ese vínculo?, ¿cómo varió en el tiempo? ¿cómo es hoy?. A su vez, para datar e informar se convocará operarios y jubilados de la dependencia. De esa manera a cada foto se le sumarán voces, experiencias y nombres propios.

En la foto, Héctor Ibarrola haciendo el dibujo del comienzo del post para explicar como se construían los pilotes.

De carro a carroza

La reunión comunitaria de ayer en el “Hospitalito” convocó a las instituciones que están organizando una Noche de Carnaval en el anfiteatro de White, el próximo 3 de marzo. Fue buena ocasión para que los vecinos acercaran fotos sobre otros carnavales, que el museo está recopilando.

Así llegó esta imagen, que muestra un carnaval del Saladero, en 1924 aproximadamente. Recuerda por qué hoy se habla de carrozas de carnaval: antes de la aparición del motor a explosión, eran los carros los que por cuatro días locos se volvían carroza.

Durante el resto del año, esa herramienta de trabajo transportaba personas, mercadería y todo tipo de materiales. Arduo sería el trabajo de ocultarla: con tules, mantillas y flores de papel el carro se disfrazaba, y hasta un mantel bordado cubría al caballo.

De la cocina a la vereda

Los vecinos siguen acercando fotos al Museo. Esta vez, Isabel Echegaray (Ing. White, 1956) encontró esta foto que da cuenta de un carnaval en la calle Mascarello, más precisamente en la cuadra ubicada entre Lautaro y Sisco, a principios de la década de 1970.

Para los días de carnaval, los chicos de la cuadra se encargaban de organizar el festejo: cortaban la calle con hilo, la barrían, pedían luces a los vecinos para iluminar la cuadra y, por supuesto, se disfrazaban. Agarrábamos cualquier cosa, lo que teníamos en casa, y nos lo poníamos. Para taparnos la cara agujereábamos un trapo y listo. Era cuestión de que no nos reconocieran. Y para hacer ruido usábamos tapas de ollas, cucharas… cuenta Isabel, mirando atentamente la foto en la que aparecen, entre otros, ella, sus padres y tíos, el hijo más chico de Troisi, los hermanos Serri, Raquel García, Edith Córdoba y Gerardo Espósito.

En ese momento de los carnavales, distinto al de las carrozas y el corso organizado por instituciones, el festejo se cruzaba con la vida diaria: una sábana blanca servía para disfrazarse de fantasma, una olla vieja era un buen elemento para hacer ruido, un “combinado”, el equipo que se tenía a mano para escuchar música y bailar. En definitiva, el carnaval empezaba en la cocina. Después, barríamos todo y volvíamos a casa.

El trabajo de festejar

Un grupo de vecinos organizados en sociedades de fomento, clubes y otras instituciones de White se viene reuniendo en el “Hospitalito” con un claro objetivo: preparar los festejos del carnaval.

Los relatos de uno de los últimos carnavales del pueblo, que se hizo para el Centenario en 1985, todavía se siguen contando. Dice Víctor Hugo Greco (Ing. White, 1948): Participamos con una orquesta arriba de un camarón gigante, que hicimos nosotros. Yo estaba trabajando en la Junta y esperaba que venga la noche, porque era tremendo. Y te digo más, como nosotros representábamos al camarón, al langostino gigante, íbamos a todas las lanchas. ¿Sabés cuánto juntamos de langostinos? Ocho cajones. Los metimos en bolsitas de nylon. Mientras estuvimos tocando, de la calle San Martín a la cancha de Comercial, las íbamos tirando. Es lo que se ve en la foto, en la que aparecen, entre otros, Greco, José Marino y Oscar Zas.

Este y muchos otros relatos dan cuenta de los saberes que son necesarios para armar un carnaval, y de que, en definitiva, la alegría también se produce. ¿O acaso se podría separar la fabricación de una carroza del momento en el cual el trabajo estaba organizado por el Estado? ¿No está inscripta ahí, en el gesto mismo de tirar bolsitas de camarones, una etapa en la historia de la pesca en White? ¿Por qué había ganas de festejar el carnaval, pero sobre todo, por qué hay ganas de festejarlo hoy?

Actualizar los relatos del carnaval whitense, volver a contarlos ahora, tiene una función precisa y dinámica: reponer la experiencia previa para organizar los festejos de 2012 en adelante. Es por eso que el Museo del Puerto convoca a los vecinos de White a acercar fotos, historias y documentos sobre los carnavales del pueblo. ¡No te quedes afuera del festejo!