Descongelando la industria

Esta semana, la vecina e integrante de la Asociación de Amigos Elcira Pecoraio nos trajo un folleto que anuncia el relanzamiento de las heladeras Siam en el país.
Elcira había recordado que durante el 2012 estuvimos haciendo preguntas acerca de la relación entre la industria y el pueblo en White y entre muchas acciones hubo una serie de panfletos,  entre los cuales uno recogía testimonios, información y preguntas acerca de la Siam bolita.

Con el folleto en la mano nos preguntamos ¿Siam vuelve? ¿Qué sería exactamente lo que vuelve? ¿El acto de volver se piensa como un calco del pasado? ¿Por qué “vuelve” ahora?

Indudablemente “volver” activa ideas ligadas indisolublemente a la industria nacional: masividad, durabilidad, confort, etc. Pero hoy se inscriben en otro contexto: el modelo productivo actual no puede pensarse como el del clásico Estado de Bienestar en el marco del proceso de sustitución de importaciones.  Así la nueva Siam será fabricada por la empresa NewSan, de capitales japoneses, con maquinaria importada de Italia y con mano de obra argentina, en proceso que da cuenta claramente de la segmentación mundial del proceso productivo.

Por eso, el significado de una frase como “industria nacional” es, necesariamente, histórico. El relanzamiento de las heladeras Siam no hace más que dar cuenta de que ese concepto está cambiando, a la par de la consolidación de una política de desarrollo industrial, que implica también producir ideas. Y así como la industria supone competencia, también las ideas acerca de ella están en disputa: basta pensar, por ejemplo, en esa impugnación, en apariencia reveladora, que afirma eso no es industria nacional, acá nada más ensamblan.

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Dos mil trece mesas

Un año se puede contar en días, meses. Un año de la Cocina del Museo se puede contar en mesas. Porque cada domingo incluye una distinta, preparada por cocineras, cocineros, grupos de trabajo y vecinos, que ponen en acción sus saberes particulares con una propuesta que siempre es nueva, porque es tan vital como su experiencia.

Pero no se trata sólo del saber práctico que se expresa cocinando o decorando una tarta, sino también hablando y reflexionando sobre el propio trabajo. Su presencia en el museo también tiene relación con el Archivo Oral y Fotográfico, con las preguntas que la Cocina propone en torno a distintos temas.

En 2012, la indagación fue en torno a las articulaciones y desplazamientos entre el mundo de la producción industrial y el mundo cotidiano, concentrados en una herramienta en particular: los electrodomésticos.

Y como hablar de aparatos eléctricos, su incorporación en las mesadas y cómo cambiaron en el tiempo, es también preguntarse por la energía que los pone en funcionamiento; además de cocineras fue necesario entrevistar a otros trabajadores. Como el electricista «Pamperito» Pérez, que en 1959 entró a trabajar en la Administración General de Puertos y años después se dedicó a reparar electrodomésticos e instalaciones eléctricas de cientos de casas en White y Bahía Blanca. O el Técnico Electrónico Juan Carlos Marchettini, que con los inicios de la televisión en Bahía Blanca instaló parte de las primeras antenas en el centro de la ciudad y durante años vendió, instaló y reparó productos electrónicos en White.

Ellos y muchos otros se reunieron el sábado pasado en la Cocina, para recibir un reconocimiento por años de trabajo en la comunidad. Junto a cocineras, sindicatos, centros educativos y colectividades, que levantaron las copas para brindar por el año compartido y también el que viene.

El bingo gratis

Como todos los años, la Asociación Amigos del Museo preparó el bingo que llama “Trago largo”, porque además de premios y platos dulces o salados, incluye un trago en vasos largos.

Durante toda la tarde se juegan nueve cartones, con premios donados por negocios, instituciones o por la propia Asociación. El último cartón es gratis. Incluye dos premios que tienen que ver con alguna de las actividades que el museo lleva adelante durante el año. Esa es la ocasión para contar a las más de ochenta vecinas presentes acerca del trabajo de investigación, archivos, talleres y publicaciones. Sí, justo antes de jugar su suerte en un cartón.

Este año el premio tenía relación con el proyecto “La cocina llena de enchufes”, que indaga acerca de la historia de los electrodomésticos y cómo cambiaron las prácticas de cocina con su incorporación al uso cotidiano.

¿Y qué tiene que ver con ese proyecto el premio, que era una esterilla para playa y un kit para tomar cerveza con picadita? Todas las presentes lo confirmaron: Tener lavarropas y batidora aumentó el tiempo libre: ¡¡¡Sino estaríamos con la tabla de lavar y no en el bingo!!!

Un robot en tu cocina

 

A partir de hoy en la cocina del museo se puede ver esta multiprocesadora Kenwood, de 1959. Fue el primer electrodoméstico lujoso que llegó a las cocinas inglesas después de la segunda guerra mundial y hoy es considerada uno de los primeros productos con una fuerte campaña de publicidad en los medios. También en Argentina, donde era promocionada por la revista “Mucho gusto” y su programa de cocina por televisión, en los años sesenta.

Acá, la misma Doña Petrona C. de Gandulfo en “Buenas tardes, mucho gusto” haciendo un pastel de nueces y cerezas con la Kenwood de 1962.

La de manija con bolita

Este mes, hay una invitación abierta en el pizarrón del museo: Contar relatos, recuerdos o percepciones  sobre la heladera Siam “Bolita”, de uso extendido en los años ´50. Hasta el momento, es uno de los objetos más nombrados por los vecinos y trabajadores que fueron entrevistados en el proyecto “La cocina llena de enchufes”, que indaga la incorporación de electrodomésticos en las prácticas de la cocina.

Una de las personas que nombró la Saim “Bolita” fue la repostera Luisa Regina (White, 1942). Para ella es una herramienta de trabajo que incluye sus inicios como cocinera, la historia del  instituto de enseñanza de repostería que lleva adelante desde los años ´80 y las clases que imparte hoy en su cocina. Ahí es donde está su Siam “bolita”, todavía funcionando.

Parece ser un objeto clave en la memoria de muchos, no sólo por la carga afectiva que supone la referencia al pasado, sino también porque vincula producción nacional con calidad, durabilidad y buen diseño. Ideas que en momentos determinados de la historia argentina fueron disociadas deliberadamente para favorecer la disolución del aparato productivo nacional. Y que, en la imagen de una heladera, vuelven a funcionar en la cabeza.

Domingo a 220

En el marco del proyecto Puntos de Cultura el museo se pregunta: ¿Es histórica la idea de industria? Empezando por entrevistar a reposteras, electricistas y vecinos sobre las percepciones de la industria desde sus cocinas: ¿Cómo vivieron la incorporación de electrodomésticos? ¿Cómo ven la industria desde su trabajo hoy? ¿Se ve igual que antes de la instalación del polo petroquímico? ¿Cuál es y cuál fue el rol del Estado en esa relación entre polo y pueblo? ¿Y cómo se articula todo esto en la cocina? ¿Se puede ver en una licuadora?

Vení a la cocina este domingo y llevate alguna de estas preguntas en los primeros panfletos del proyecto “La cocina llena de enchufes”. Y de paso, podés responder vos: ¿Qué te acordás de la heladera Siam “Bolita”?

En la mesa, la cocinera Mónica Fernández de Montero, que viene desde Cerri y trae, además de mini tartas y mini pastafrolas, un documental en el que ella y otros vecinos hablan de Cerri: “Yo soy C.A.P.”, realizado por K688 y el Instituto Cultural para el 136º aniversario del pueblo. El resto de la tarde sigue Rubén Castro en concierto, con su teclado también enchufado.

Batidora y Puerto Nacional

Eléctricos y domésticos, ya en su nombre están ligados a la energía que los mueve. Es por eso que las preguntas sobre electrodomésticos en la cocina se conectan con el saber de un electricista. Como Héctor “Pamperito” Pérez (Gral. Acha, La Pampa, 1936), que trabaja como electricista en White desde los años ’80.

En 1959 entró a trabajar en la Administración General de Puertos: Me acuerdo siempre que el jefe mío me dijo: “¿No te animás a agarrar de medio oficial electricista?” Así empezó su oficio; más tarde abrió un negocio de reparaciones eléctricas en White, junto con un compañero de trabajo.

Llegaban las vecinas con una tostadora rota, o una plancha que no andaba y “Pamperito” podía repararlas con el mismo destornillador que usaba en el puerto:  Estibadores conozco un montón, pero cómo se llaman no sé. Vos tenías un buque trabajando y se paraba el guinche. Llamaban al electricista, entonces ibas vos… Había tipos parados en tierra y tipos parados a bordo. Y todo el mundo estaba esperando a ver lo que vos hacías. Por eso te conoce todo el mundo. Una historia de vida y de trabajo que hace inseparable los 220 voltios de una licuadora de los 380 voltios de un guinche del Puerto Nacional.

Todo lo que hay

Cada vecino de White tiene su propio relato acerca de cómo incorporó el uso de electrodomésticos a su cocina. Para algunos significa un ascenso, un logro económico; para otros una modernización, ponerse a tono con la época. Para las personas más jóvenes comprar un electrodoméstico está ligado al momento de armar su propia cocina, más allá de la cocina materna. Y para la mayoría significa un cambio significativo del trabajo en la casa, más que nada otra manera de organizar el tiempo.

Delia Schenfeld (Coronel Suárez, 1942), desde muy chica trabajó como cocinera en la estancia Los Recovecos y más tarde en la escuela  N 3 de Punta Alta; lo primero que enchufó en su cocina fue una heladera Leikam, a fines de los años 50. Para ella, como para tantos otros, incorporar estos aparatos eléctricos no fue inmediato: Primero fue necesario que la casa contara con energía eléctrica y además, que la familia pudiera adquirir los productos, que no eran tan accesibles: Mi marido trabajaba en una fábrica de mosaicos que vendía electrodomésticos, entonces el patrón le dijo: “Llevate la heladera, que te la voy descontando de a poquito”

Hoy se le hace inimaginable la vida sin electrodomésticos que, al simplificar su trabajo, relaciona con el tiempo disponible para venir a la Cocina del Museo, a formar parte de la Asociación Amigos. Pero no sólo le permiten organizar distinto su presente sino también imaginar distinto su pasado: ¡Cuánto estabas batiendo! ¡Horas! Siempre pienso en todo  lo que trabajó mi mamá… para colmo éramos once hermanos. Con mi hermana siempre decimos: Mirá si viviera mamá ahora. Lavadora automática, batidora… todo moderno, todo lo que hay.