
Llegó el día de San Silverio en Ing. White, una celebración organizada por vecinas, vecinos e instituciones locales, que vistió a las calles, las casas y hasta a las personas de color rojo para salir en procesión hasta el mar. Se trata de un día especial, en el que emerge una larga historia ligada a la inmigración italiana de pescadores artesanales, que llegaron junto a sus familias desde fines del siglo XIX trayendo también la devoción a San Silverio a esta costa.
Una tradición que sigue hasta hoy, pero para nada estática: a fines de la década del 20 llegó una imagen del santo que permitió incorporar la procesión por las calles de la localidad, tal como se hacía en la Isla de Ponza, en el mar Tirreno. En la década del 40, se sumó a la procesión terrestre la innovación local de subir al santo con un guinche hasta una lancha de pesca artesanal, para seguir la procesión por mar ¿Cómo queriendo estirar el corazón desde el agua hacia Italia? Quizás… Lo seguro es que la procesión marítima, en la que se tiran ofrendas de flores rojas para pedir un buen año de pesca y de vida, es un invento local. Décadas después se incorporó también en la Isla de Ponza, en un ir y venir que hacen a este tipo de costumbres vitales.
Toda esa historia de continuidades y cambios también tiene sus interrupciones: en 1989 San Silverio subió por última vez a una embarcación de pesca artesanal, la Virgen de Pompeya. A partir de entonces subiría por 32 años al guardacostas de Prefectura Naval, atravesando tiempos de emergencia pesquera, conflictos y merma continua de la flota amarilla. Este domingo, después de décadas, el guinche volvió a subir a San Silverio a una lancha de pesca artesanal. Fue la San Antonio, de la familia Onorato, una de las pocas embarcaciones artesanales que sigue pescando en nuestra ría. Dándole una vuelta más a esta tradición que, como la marea, se repite y a la vez nunca es la misma.
