En 1987 una lancha pesquera se instaló en el frente del Museo del Puerto, este museo municipal que recién abría sus puertas. Desde entonces, con el primer golpe de vista, quien pasara por ahí entendería a qué puerto enunciaba: madera calafateada a mano, redes tejidas en la vereda, familias llegadas desde Italia para trabajar y vivir en medio de buques de exportación, con la experiencia de atravesar en una cáscara de nuez la marejada.
Esa lancha, “Águila Blanca”, se instaló gracias a la articulación del municipio con vecinas y vecinos como Olga y Atilio Aversano, a quienes había pertenecido. Hoy, la posibilidad de pensar en un ciclo nuevo para el patio delantero del museo llega también con el acompañamiento de integrantes de la comunidad. Desde hace varios meses venimos trabajando en un proyecto de recuperación de ese espacio, que se llevará delante gracias a la articulación del Municipio y el Consorcio de Gestión del Puerto. Han sido meses de charlas, reflexiones en voz alta, entusiasmos y cientos de encuentros, de los que participaron representantes de la familia Aversano, vecinos y vecinas fomentistas, integrantes de instituciones intermedias, la delegación de Ing. White, pescadores y carpinteros de rivera. Sin olvidar a las integrantes de nuestra Asociación Amigas, que se ocuparon de este tema en cada una de las ocasiones públicas en la que su voz era escuchada.
Esta remodelación implicará la construcción de una obra muy necesaria como una rampa de acceso, la renovación del sistema de riego y de iluminación, el resguardo de los restos del “Águila Blanca” para acciones educativas y museográficas, y el emplazamiento de la lancha “La Nueva Lucía”, que perteneció a la familia Espósito y luego a la familia Caserma. Porque la historia de la pesca artesanal, de la inmigración italiana y del culto de San Silverio –historia fundamental para el pueblo y el puerto de Ingeniero White–, es una historia colectiva.