Estos días arrancó la Diplomatura en barriletes. Vecinas y vecinos de Ing. White, junto al equipo del museo, estuvieron juntando cañas cerca de las vías por las que pasa el Ferroexpreso Pampeano, trapitos y papeles en cajones de la cocina. Además, se reunieron en el primer encuentro de la Diplomatura el viernes pasado ¿para qué? para recordar en grupo cómo era la práctica de construir estos objetos caseros, que van a trasmitir a chicas y chicos el sábado 20 de julio, cuando empiecen las vacaciones.
Mientras se tensaban cañas e hilos, contaron que hace cuatro décadas y más, era una práctica habitual entre los niños de un barrio, no sólo en Ing. White. ¿Es mundial el barrilete? Según recuerdan, sus abuelos italianos, españoles y croatas los fabricaban ya antes de venir a Argentina.
Para hacerlos, primero hay que salir a buscar cañas. Hace 50 o 60 años este culmo leñoso proveniente de Asia ya se encontraba en muchos patios y terrenos baldíos de Ing.White, a veces servía de cerco entre casas vecinas. Hoy quedan principalmente al costado de las rutas, vías o en algún terreno sin edificar. Incluso muy cerca del museo hay un cañaveral discreto, que fue la mina principal de materiales para el taller.
José Pepe Malvar recuerda que hacían barriletes junto a su “barrita” de amigos, en los `50, pasaban toda una tarde construyendo este juguete que a veces se enredaba en una rama apenas remontado: “Y en ese entonces no había tantos cables ¡era más facil!” advierte, aumentando el desafío para chicas y chicos del presente que vengan al taller el sábado.
Delia Schenfeldt hacía barriletes en el campo de Coronel Suárez, junto a sus hermanos, usaban papeles de un diario viejo y engrudo en vez de plasticola, así no hacía falta comprar nada para salir a jugar con el viento.
Mientras charlaban, Aldo Basich construyó un “Cometa”, Stella Carrengia el cásico “Cuadrado” y Raúl Iglesias, que trajo sus propias herramientas (cinta para medir y cuchillo bien afilado), se animó a la “Estrella de ocho puntas”. Esos y otros modelos de barrilete quedaron dibujados en el pizarrón y en grupo se acordó cómo organizar el taller venidero, del que participarán más especialistas en barriletes de White y Bahía Blanca. Además, 30 chicas y chicos que ya se están inscribiendo en el museo. Todo listo, que se prepare el cielo del puerto, va a llenarse de hechuras de papel y caña.